OSCAR AVILES

Cerca de la calle América en el tradicional barrio chalaco de Zepita nació Oscar Avilés Arcos. Hijo de don José Avilés Cáceres, notable fotógrafo profesional y pionero de la cinematografía en el Perú. A Don José Avilés se debe el hecho de haber formado reconocidos artistas y profesionales que enrumbaron hacia los periódicos y revistas. Se casó con la dama chilena Angelina Arcos. A los doce años de edad fue la abuela materna de Oscar, doña Carmela Alván, quien le enseñó a tocar guitarra. Casi a los veinte años decide ser un profesional y toma aprendizaje del profesor don Isidro Purizaga.

Desde los años 38 al 40 empieza a trabajar en los tríos de cuerdas de las emisoras locales. Aurelio Collantes en su «Historia de la canción criolla» destaca que fue puntero del famoso trío de cuerdas: Avilés, Núñez y Arteaga. Avilés siente y expresa lo que toca. En todo ello estriba una suma de cualidades: sonido propio, poder sobre el instrumento y documentación musical.

El destacado artista comentó sobre Isabel Granda Larco: «Chabuca le cantó a las cosas que todos amamos. Nos volvió a la realidad del algo encantador como fue la vieja Lima, los antiguos señores, los rincones sin ocasos. Aparte de su obra como compositora fue una intérprete eminente. Sin tener en cuenta su voz que era limitada, nadie argumentó mejor las canciones… «.

En los últimos años es notable el trabajo que realizó con Alicia Maguiña, que han sido editados en dos discos compactos. En el 2001, ha sido interesante el ciclo de conciertos dados mano a mano con otra grande de la guitarra, Pepe Torres.

 

Este texto es una recopilación que encontramos en el libro de Raul Serrano Castrillón, «Confesiones en tono menor: Oscar Aviles 70 años de peruanidad», Hoy con 75 años a cuestas, «El chino» aun no vive de los recuerdos, vive del presente. Conozcamoslo más.

Al inicio de la lectura del libro nos enteramos que Oscar Aviles recibio su primera guitarra a los 8 años, de manos de su padre, un regalo que marcaría su vida. Nuestro legendario músico perteneció a una familia modesta pero donde no falto nada. Don José Aviles Cáceres, su padre, fue el fundador de la primera agencia periodística-fotográfica del Perú. Así, el «chino» (asi lo llamaban en el barrunto) veía como todos los días desfilaban por su casa, los directores de diarios, en busca de fotos para sus primeras páginas.
Oscar iba dos veces por semana al domicilio de Isidoro Purizaga, su maestro de guitarra, quien vivia en el Rimac (cerca al templo San Lorenzo). En el cine Hollywood, de la calle Loreto, en Breña, lo bautizaron como el «Gardelito Peruano». En una oportunidad Rosita Ascoy (una de «Las Limeñitas») acudio a su casa a contratarlo para una gira. La popularidad del «chino» (el firme no el que tenemos ahora) crecia. Oscar tenia apenas 15 años.
Pasaron los años y aparecen «Los Morochucos» llamados los caballeros de la canción criolla. Augusto Ego Aguirre le propuso a Oscar formar el trío. Refiere el libro que Oscar recibe su primer «puñal» en cañete. este es un acto por el cual una persona cobra menos dinero de lo pactado. Fue Ego Aguirre quien se lo «Clavó».
La primera vez que «Los Morochucos» lanzan un disco fue en la sala de grabación del chileno de apellido Calcagno. Por esos años muere la actriz y cancionista Lucy Smith, al caer de un auto en marcha, deceso del que hasta hoy se ignora si fue accidente o asesinato.
Para los entendidos, en 1949 aparece otro grupo muy conocido como contraparte de «Los Morochucos», se hicieron llamar «Los embajadores Criollos». Ellos nacieron en la casa de la mamá de Rómulo Varillas, quien vivia en la zona conocida como Ancieta Baja, donde se construyo posteriormente el Cementerio El Angel.

PROYECCION INTERNACIONAL:
La primera guitarra de Los Panchos, Alfredo Gil, admiraba a Oscar Avilés. El popular trío mexicano ofrecía una temporada en escenarios limeños y Avilés ya había logrado cierto prestigio, se conocieron y entre ellos surgió una gran amistad. Así mismo, tubo el reconocimiento de Paco de Lucia, quien comentó de él alguna vez su extraordinaria capacidad para arrancarle sentimientos a las cuerdas.

Cuenta Avilés que en casa del pinglista José Moreno, ubicada cerca a la plaza Dos de Mayo, Chabuca Granda termina de componer el segundo himno del Perú: La flor de la canela.

Corría el año de 1954, cuando Avilés y Humberto Cervantes forman un dúo y consagran el tema argentino «Comarca». Semanas después, Oswaldo Campos le sugiere al guitarrista que escuche a Panchito Jiménez, quien llegaba de Bolivia. Se gestaba así Fiesta Criolla, nombre que nació del grupo chileno Fiesta Linda.
A sólo tres meses de estar en actividad, Fiesta Criolla opacó a Los Embajadores Criollos, trío que no grabó mucho porque su disquera dio preferencia a otros rubros.
Sin embargo, a juicio de Avilés, fue don Mario Cavagnaro quien desintegró a Fiesta Criolla, ya que ofreció atractivos contratos a dos de sus integrantes principales cuando él quiso llevarlos a Iempsa, sello donde era productor general. Es así como desaparece el grupo más popular de todos los tiempos.

Algunos años después, Chabuca Granda y Oscar Avilés participan en una de las ediciones del Festival de Viña del Mar. Más tarde, la pareja es invitada por la Casa de la Cultura del Ecuador a ofrecer un recital, al que Avilés llega luego de varias peripecias y una noche de parranda.

Una de las últimas confesiones que recuerda Avilés es que debido a la bohemia, muy propia de los criollos, Los Morochucos perdieron la oportunidad de presentarse en el Show de Ed Sullivan, el más sintonizado programa de la televisión estadounidense. La fama y el dinero se les fue de las manos. Sin embargo, para él la historia resultó ser otra: galardones, diplomas y aplausos. Justo reconocimiento a un hombre que, pese a no saber leer música, ha conquistado a Latinoamérica gracias a su destreza con la guitarra.